Monday, August 16, 2004

El diluvio

Y las estridencias, los cumulos, las carcomas, todo lo que se esconde en los cajones apretados, las viejas fotografias sepia, los diarios intimos, las enaguas en esas habitaciones huecas, de luces amarrillentas, donde juguetean las ratas encima de la cama, hurgando en los hocicos de la muñeca de trapo. El queso roido en las estanterias, la voz de cinthia que llama desde lejos abriendo las puertas de los espejos, el agua, sobre todo el agua azul marina, verde esmeralda.
El agua que se escapa por debajo de las puertas haciendo olitas, el agua que hierve y bulle de vapor en las bañeras, en los baldes, en las palanganas. Agua de flor , agua de florero, agua de hamamelis, de perfume parisino, todo entre el rojo de las polleras replegadas para la fiesta y las valijas negras recien hechas; valijas atestadas de ropa , de calzones, de cartas de amor, de rouge, de serpentinas, con el manual del amatorio, el libro de los navegantes y las estamapas religiosas, a pesar que.
Y al mismo tiempo pensar en esa ciudad maldita, las inundaciones, los viejos, todo desboradado, fuera de orden, la gente en los tranvias, en los trenes, niños medios muertos en las veredas y la casa con su gato y su reloj y su bote y sus remos para salir rajando. Todo en la hondonada del placer, las camas flotando, los viveres en la superficie del agua pudrièndose, las vertebras de los perros, el llanto de los bebes aferrados a los gatos que miran con sus ojos descomunales como el vendaval se lo lleva todo. Hay perfume de paris, agua de hamamelis; si habia una ciudad llamada como macondo, que se la lleva la vida , que se la lleva el viento, donde todos quieren vivir y conservar los suyo, lo negro y lo blanco y lo de colores tambien, por esas luces que aun perduran en la noche, cuando ellos desde los techos se desangran en un grito por un plato de comida que les trae la gendarmeria. Y las cartas de amor y las sabanas blancas flotando en el agua podrida, agua de estanco, agua de perfumes de un pais que se llevo el viento.

SANTIAGO LINARI

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